Una tradición que une a todos los nicaragüenses. Se celebra en todos los pueblos y ciudades de Nicaragua, teniendo especial relevancia en León de donde es originaria.
Se celebra la noche del día 7 de diciembre, víspera de la fiesta católica de la Inmaculada Concepción de María. 447 años después de haberse iniciado sigue siendo un canto al amor, la fraternidad y al homenaje popular a La Purísima, además de una expresión genuina de la cultura nicaragüense. Es el homenaje más sentido de este pueblo a la Inmaculada Concepción de María, la cual se desborda junto a los altares haciendo escuchar el conocido grito de ¿Quien causa tanta alegría? y se responde La Concepción de María.
Lo maravilloso de todo esto es el impacto que tiene en la confraternidad entre la muchedumbre que acude todos los años a rendir tributo a la Virgen en las ciudades y pueblos, pero también en los pequeños grupos que, alrededor de cualquier hogar, en los lugares más alejados, muestra su alegría y amor al prójimo cantándole y rezándole a María. Expresión del acercamiento entre la gente es la oferta generosa de dulces y comidas típicas a quien pasa y participa de los gritos y cantos porque María es también eso para el pueblo: muestra de solidaridad y desprendimiento. Esta fiesta es de compartir, tiene el significado de la mano extendida de quienes la reconocen y le ruegan por la paz, la alegría y la unión entre todos.
Los misioneros españoles, en particular los franciscanos, trajeron a America la devoción por la Virgen María y su Inmaculada Concepción.